Hola,
una expresión que utilizo mucho cuando trabajo es la de “ir al límite y un poquito más”. Ayer intentaba encontrar de dónde salió y recordé que se la escuché hace años al creador del teatro de la escucha Moisés Mato. Es todo lo que recuerdo de aquel taller que aún así agradecí mucho.
“Ir al límite y un poquito más” fue algo que trasladé a mi desarrollo personal. Vino a enseñarme que para expandirme en cualquier ámbito necesito atender a un par de pautas. Primero identificar el límite al que llego en ese ámbito en cuestión y luego llevarme hasta allí y empujar. Pero lo que descubrí que me parece más importante es que ese empuje ha de ser suave, rítmico y prolongado en el tiempo para obtener un buen resultado.
Lo he explorado en diferentes contextos, muy físicos y más abstractos y lo considero una joya que todos podemos aprovechar.
Si en aquello que quieres crecer empujas el límite demasiado fuerte o de manera brusca lo más probable es que te encuentres con lo contrario de lo que buscas. Aquel aspecto que quieres expandir se retrae con violencia si la presión es fuerte y ocasional, de forma incluso que te encuentras con menos espacio del que tenías en el punto de partida y además, según mi propia observación, se produce una pérdida de elasticidad del límite.
Si por el contrario no llegas a llevarte hasta el límite, la tendencia natural es de retracción y cada vez el tema en cuestión abarcará menos espacio.
Lo interesante de ésto último es que lo puedes aprovechar para aquellos lugares en los que no quieres expansión sino disminución.
Es como si todo en nosotros tuviera una tendencia a expandirse si lo usas y a desaparecer si no lo haces.
A mí me pasa por ejemplo con la queja, abandonando su uso ha ido perdiendo presencia y fuerza en mi. Por otro lado, por ejemplo ví cómo, si dejaba de entrenar el cuerpo reduciendo su actividad a la necesidad cotidiana éste iba perdiendo prestaciones y respuesta operativa dando lugar a un envejecimiento prematuro.
¿Cómo te suena? ¿te apetece echarle un vistazo y ver cómo es para tí?
Prueba a detenerte a observar un par de cosas donde quieres crecer y otro par de “cosas” que quieres que pierdan fuerza. Mira a ver de qué manera estás utilizando tu voluntad para empujar tus límites o para dejar de empujarlos.
Si no consigues ver a la primera qué es “empujar” o “dejar de empujar” haz silencio. Observa, abandona las ganas de que te lo den hecho, siente tu cuerpo frente a la situación que quieres explorar. Y ahora prueba a recoger información corporal, registra qué sientes en tu cuerpo al respecto.
Contempla, disfruta de investigar, saborea cada ocasión de asomarte dentro.
Recuerda que tanto si empujas como si quieres dejar de empujar, para ser efectivo ha de ser suave, rítmico y prolongado.
Tal vez te sirvan dos imágenes: el orificio que es capaz de crear la gota de agua que cae rítmica y prolongadamente sobre la piedra y la vegetación que se apodera de tal forma del sendero que dejó de caminarse que acaba borrándolo.
Este es el cuento que yo me aplico.
Tu vida es una obra de arte potencial, personal e intransferible, nadie más que tú es capaz de desarrollarla. Aprovecha tu tiempo, es un regalo que no sabes cuánto durará.
Date cuenta de cómo estás viviendo aquello que te importa.
Encuentra los límites y entrénate en empujarlos o en dejar de hacerlo…suave, rítmico, prolongado y…con gusto, ¡disfruta!
El otoño es ideal para prepararte.
Muchas gracias por tu tiempo,
¡Feliz contemplación!
Luchy
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