Hola, muchas gracias por acercarte a este blog. Agradezco compartir un ratito contigo donde quiera que estés.

Aquí ha llegado el otoño.

Puedo sentir su presencia pues me sintonizo con los ciclos fácilmente.

Aunque vivo en una gran ciudad donde imperan la energía de la acción y los resultados, la naturaleza es capaz de “matizarnos”, siento que así nos ofrece más riqueza en la experiencia de vivir.

Es tiempo de cosecha y también de preparar el suelo para la siembra que brotará en primavera.

Desde el punto de vista de la psicología contemplativa esta estación se corresponde con una de las sabidurías que nos es inherente: la ecuanimidad. Personalmente lo vivo como un espacio interno de calma desde el cual aprecio que todo tiene su lugar y su tiempo y que es bueno y apropiado que así sea.

Cuando conecto con ésto me siento rica, profundamente rica, nada me falta y nada me sobra y siento una profunda satisfacción.

En este momento me siento así en relación a una parte del uso de mi tiempo.

He pasado años viajando con mucha frecuencia. Es algo que he vivido con gusto porque estaba conforme con el propósito que había detrás de los viajes. Ahora han cambiado las circunstancias y hoy, ya vestida de otoño, celebro mucho haber decidido parar un poco.  

Tres mujeres han llegado a este mundo a través mío. La mayor se ha ido a vivir al extranjero, las pequeñas ya no lo son tanto y no tardarán mucho en dejar la casa familiar y mi padre se ha venido a vivir con nosotras.

Este otoño mientras caen suave las hojas de un tiempo de viajes frecuentes y estancias cortas y rápidas en casa, estoy sembrando un tiempo nuevo junto a mis hijas y mi padre, un tiempo que me permita viajar para ver a mi hija mayor, no por trabajo. Es delicioso sentir cómo las cosas tienen su lugar y su tiempo y que todo está bien.

Agradezco tanto lo de antes, agradezco tanto lo de ahora. Me siento haciendo permacultura en mi eje horizontal. Cerca de mi padre descubro más sobre la herencia que me conforma y observo con curiosa admiración a la que sigue cuando miro a mis hijas.

También me siento rica y afortunada en la calidad de mis relaciones cercanas. Este otoño voy a disfrutar de la riqueza que aportan a mi vida a base de tazas de té, de silencios, de intimidad y también de planificar nuestro trabajo ¡me encanta hacer eso!

Y también estás tú, tal vez hemos coincidido en algo, tal vez te inspira lo que hago o tal vez seas alguien con quien me encuentre mañana o nunca. En cualquier caso, ésta permacultura del eje horizontal también te incluye, nos incluye y es la razón de este blog.

Cuando ofrezco mi trabajo no tengo ocasión de compartir de manera tan personal y yo, como cualquier otro, también anhelo el encuentro. Me vivo en un entramado compartido, investigando juntos qué significa ser humano y cómo podemos refinar este tejido. Es algo apasionante para mí.

Para todo esto estoy reajustando el uso de mi tiempo. Eso tan misterioso que damos tanto por hecho y que verdaderamente hoy se me antoja lo más valioso que tengo.

Es otoño, observa la riqueza de tu vida, contempla con profundidad qué es lo valioso que la conforma.

Tienes un tesoro inmenso que se llama TIEMPO que es la tierra donde siembras y haces crecer tu experiencia día a día.

Dale calidad. El tiempo es un campo fértil y cultivarlo es un arte que sé que se aprende.

Prueba a acoger tu vida tal cual es ahora, no para conformarte si no te gusta, sino para apreciarla y sembrar aquello que quieres cambiar.

Descubre tu ecuanimidad y siente que tal cual eres ahora mismo, ya tienes en tu mano todo cuanto necesitas para sembrar lo nuevo.

¡Feliz otoño!

¡Un placer compartir contigo!

Luchy